Curiosidades

Separarse a los 40: pros, contras y lo que nadie te cuenta

Son muchas las parejas que, superados los 40, deciden poner fin a su relación, incluso después de haber estado décadas juntos.

Aunque cada pareja y su situación es única, parece ser que la cuarta década es la edad en la que hombres y mujeres hacen una reflexión y quizá un balance vital que, en ocasiones, acaba desencadenando la separación.

Como ocurre casi siempre, la idea de ruptura con alguien con quien se ha compartido parte de la vida genera múltiples dudas y temores, y, por eso, conviene hacer en un ejercicio de madurez y, con serenidad, pararse a pensar los pros y contras que implica separarse a los 40.

Si estás en esta tesitura, toma nota de las ventajas e inconvenientes a los que tal vez tengas que hacer frente y de algún que otro detalle de los muchos que implica una separación a los 40 y que, tal vez, nadie te ha contado todavía.

Separarse a los 40: ¿un final o un nuevo comienzo?

La década entre los 40 y los 50 años es en la que más divorcios y separaciones se llevan a cabo. Se trata de un periodo de tiempo que implica (en principio) que la toma de esta importante decisión se realiza en la etapa de madurez de hombres y mujeres.

Lo primero que hay que tener claro es si la separación a los 40 es definitiva o se trata de una crisis existencial o de pareja, algo relativamente frecuente cuando se dejan los 30 y la ‘sospecha’ de que ya no se es tan joven se hace evidente.

Si tras el necesario periodo de reflexión una pareja de cuarenta y tantos emprende la separación, las causas pueden ser de lo más diversas. La monotonía, tras años de convivencia, puede estar detrás, pero hay tantos posibles motivos como parejas existen: una infidelidad (o una nueva ilusión, según se mire) que pone fin al matrimonio, un cambio de prioridades en la vida, nuevos proyectos, discusiones frecuentes, falta de intereses comunes…

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Lo que resulta evidente, es que tomar esta decisión implica poner fin a una etapa de la vida, para iniciar otra que, en principio, esperas mejor, pero sabiendo que, para alcanzarla, hay que superar ese periodo de transición que puede resultar más o menos sencillo, dependiendo, sobre todo, de si los dos miembros de la pareja colaboran y están de acuerdo en separarse o no.

En cualquier caso, se trata de una etapa compleja, especialmente en su inicio, en la que conviene tener muy claro que separarse a los 40 tiene puntos positivos y otros, no tanto.

Separarse a los 40: las ventajas

No es casual que muchas separaciones se produzcan cumplidos los cuarenta, porque esa década es la edad en la que consideramos estar aproximadamente a la mitad de nuestra vida.

Quizá por eso, tomar la difícil decisión en ese preciso momento, tiene una primera ventaja y es la posibilidad de disponer del tiempo que necesitas para disfrutar de una ‘nueva’ vida.

Nunca es demasiado tarde para acabar con una relación que no te satisface, pero, aunque nadie sabe los años que le quedan por vivir, en principio, hacerlo a los 40 supone que vas a poder rehacer tu vida y disfrutarla por mucho tiempo.

Los 40 son un momento ideal para dedicar más tiempo a lo que te gusta, a tus aficiones, a ti misma y por supuesto, una edad perfecta para hacer nuevas amistades y encontrar a alguien especial (si te apetece) con el que emprender un nuevo proyecto vital.

Tomar la decisión de separarse a los 40 tiene como ventaja disponer, en principio, de años por delante para iniciar un nuevo proyecto de vida, aunque también implica inconvenientes que pueden afectar a las relaciones con familiares y amigos comunes

Por otra parte, terminar de mutuo acuerdo con una relación tras años de convivencia es un paso que necesita darse con la necesaria madurez, una madurez que, en la mayoría de los casos, se tiene adquirida a esa edad.

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No solo la capacidad de reflexión serena, que se suele incrementar a partir de los 40, es una importante ventaja, también la experiencia adquirida a lo largo de los años es otro punto a favor de la separación a esa edad.  Experiencia en el amplio sentido de la palabra: laboral, importante para continuar con la carrera profesional o emprender un nuevo proyecto, como padre o madre, esencial para seguir manteniendo los vínculos familiares y también experiencia como persona independiente, capaz de desenvolverse en las mil situaciones de todo tipo que presenta la vida diaria.

Contras a tener en cuenta

Incluso siendo amistosa, una separación supone una ruptura y a los 40 puede dar cierto ‘vértigo’ a la hora d afrontarla. Sobre todo, en parejas que han estado muchos años juntos el cese de la convivencia puede generar situaciones de estrés, angustia, tristeza inexplicable (más allá de la que resulta lógica) que incluso puede derivar en problemas graves como una depresión.

Cada persona es un mundo y puede ocurrir que un hombre o una mujer que esté viviendo una separación pasados los 40, lejos de pensar en las nuevas oportunidades venideras, experimente una fuerte sensación de ansiedad o incluso temor ante el futuro alejado de la estabilidad que le proporcionaba la pareja.

Cierta sensación de inseguridad temporal es relativamente normal, pero hay a quien le cuesta superarla y podría necesitar ayuda profesional (siempre aconsejable). Esta situación se explica porque a medida que pasan los años, salir de nuestra ‘zona de confort’ puede resultar algo más complicado y esto es una desventaja que hay que tener en cuenta tomada la decisión de separarse en la cuarta década de la vida.

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Otro inconveniente frecuente que puede plantearse en esta situación son los proyectos que pueden quedar interrumpidos por la decisión de separaros.

Sin duda, el más importante es el propio proyecto familiar. A los 40 es bastante probable que una pareja tenga hijos pequeños o que comienzan la adolescencia y éste es uno de los aspectos más complejos de la separación a esta edad.

En segundo plano, pueden surgir también otros proyectos ‘inacabados’ que quizá te hubiese gustado terminar, algo que sin duda es un contra que hay que tener en cuenta en la toma de la decisión. Tal vez hayáis emprendido algún proyecto empresarial o finalmente habéis podido comprar vuestra propia vivienda o una segunda residencia en algún lugar de costa o montaña… son planes que comenzaban y que la separación detiene y ese es otro inconveniente a los que tendrá que hacer frente una pareja madura que, tras años de esfuerzo conjunto, decide separarse.

Capítulo complejo es también el de los familiares y amigos comunes a los que, generalmente, ninguno de los dos está dispuesto a renunciar (y no tiene por qué).

A los 40, probablemente tengáis amistades ‘de toda la vida’ y especialmente durante las primeras semanas o meses de la separación pueden darse situaciones incómodas con esos amigos comunes que los dos queréis ver, pero, lógicamente, mejor por separado, cada uno por vuestra cuenta.

Hasta aquí, es una situación normal, pero quizá alguno de esos amigos tome partido por uno de vosotros y salga de la vida del otro. Es algo que ocurre con relativa frecuencia y resulta doloroso para aquel miembro de la pareja que nota el rechazo del que consideraba su amigo. Es un riesgo de separarse a los 40 que, lamentablemente, toca asumir.

Lo mismo puede ocurrir con familiares cercanos de tu expareja, especialmente sus padres, con los que, aunque te llevases fenomenal, es difícil que sigas manteniendo una relación.

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